A un cliente nuevo lo reciben con meses gratis, alfombra roja y el mejor precio. Los smartphones vienen incluidos sólo con las nuevas líneas celulares. Los televisores de última generación son, exclusivamente, sobornos para las nuevas cuentas bancarias. Las invitaciones a salir a los mejores restaurantes, son nada más para las nuevas novias.
Al tiempo, a un cliente antiguo lo consienten con multas, el peor precio y "su llamada es muy importante para nosotros, por favor espere (hasta que se aburra)". Además, lo miman con una conexión lenta a internet -que era la más rápida cuando firmó el contrato-, un seguro de salud mientras tenga salud y muchas flores sólo cuando su pareja quiera pedirle perdón.
A la nueva clientela se le seduce con jugosas promociones, que son subsidiadas con aquello que le cobran a la antigua. Por lo tanto, causó extrañeza cuando, hace varios años, surgió la idea de premiar al comprador que siempre se le había castigado, con una tarjeta que lo invita a ser parte de un selecto club.
El único requisito, para recibir los múltiples beneficios de esa élite, consistía y consiste en comprar. Entre má$ compra$, más puntos se ganan para redimir en el Cielo Preferencial Ultra Gold Platinum. Un café gratis después de haberse tomado cien cafés, generosos descuentos del 3% no acumulables con otras promociones, 40% de un set de vasos -el 60% restante hay que pagarlo, en efectivo-, pasajes aéreos en la madrugada, estadía de una noche al lado de la cocina, son sólo unos cuantos ejemplos de la buena vida cortesía de las grandes marcas.
Visto de otra manera, el anterior sistema de recompensa a la fidelidad, es igual al burrito que persigue una zanahoria inalcanzable ofrecida por su jinete. Claro, de vez en cuando obtendrá uno que otro bocado, pero el alimento no es un premio a su fatiga, sino un gasto de representación de la finca para que siga cabalgando.
De tal forma, cuando un cajero empuña el lector de código de barras y dice "¿Tiene tarjeta de puntos?", el principal objetivo es que el titular de la misma ga$te má$. Y, contrario a lo que pudiera pensar el burrito, no es a través de la lejana promesa de pequeños regalos luego de hacer grandes consumos, sino después de espiar sus cabalgatas, sus hábitos de compra.
Ya el carné del exclusivo club sabe que el personaje se llama Enrique José, se apellida Naif Alliegro, tiene 33 años, vive a pocas cuadras del supermercado, es padre de un(a) hijo(a), su cédula de ciudadanía es la misma que está relacionada en el código de barras de su tarjeta de puntos y prefiere que le envíen ofertas únicamente a su correo electrónico cirrosis16@todavianomaduro.com. Todos los anteriores datos estaban marcados con un asterisco, en el formulario que llenó hace tiempo para ganarse una bolsa playera con el logotipo de la tienda.
Pero la información más valiosa viene cuando el cajero dispara su láser rojo sobre cada producto:
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TUMART S.A.: Tu supermercado de confianza
TUmart Avenida de la Ingenuidad #35-14
NIT 891.108.488.547-23
ATENDIDO POR: CAJERA MALACAROSA
1 Espaguetis - 250 g (honra a sus ancestros italianos, con pasta colombiana)
1 Salsa para espaguetis tradicional - Instantánea - 300 g (se cree cocinero)
1 Botella de vino cosecha 2011 (romántico, pero tacaño)
1 Ramo de rosas rojas (pedirá perdón con un cliché)
1 Caja de 6 condones Extra Large (optimista con alta autoestima)
2 Chocolates, junto a la caja registradora, de marca desconocida (a su correo electrónico llegarán SPAM promociones de nuevas marcas)
*Subtotal: $121.450
*Colaboración a fundación de caridad presionada por el cajero: $50.00
**TOTAL ---> $121.500
¡FELICITACIONES! ¡Ha sumado 4 puntos en su Tarjeta Preferencial Ultra Gold Platinum! No olvide que sus puntos vencen la próxima semana.
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Y todo lo anterior lo paga con su tarjeta de crédito, a 12 cuotas, lo que prende las alarmas del banco ante un cliente que muy posiblemente dejará de pagar sus cuentas, si no es perdonado por su esposa.
Esa pasada visita al supermercado, es comparada con las otras que ha realizado y quedará en evidencia que todos los Enriques con esposas furiosas, siempre compran vino cuando es ubicado junto a las rosas. Inclusive, son más propensos a adquirir chocolates y de cualquier marca dado que desconocen los favoritos de su pareja.
Y lo mejor de ese análisis de la privacidad de los Enriques, es que a los supermercados nada más les cuesta un 40% de un set de vasos. Una verdadera ganga.
Hasta una próxima verdad humanamente irracional, Amigos de lo Salvaje.
Lucano Divina
Comandante Macondo de la Revolución Animal
Selvas de Suramérica, abril 21 de 2012
* Si te apetece un delicatesen de estupideces humanas, la recomendación del chef es que leas su libro ‘El Príncipe Azul abre puertas, el Bufón abre piernas’, el cual encuentras en iBooks, Amazon, Google Play y Kobo (English version available).
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